En lo único que una persona puede creer con certeza es en sí misma y en su propia experiencia. En todo lo demás hay un gran lugar para la duda, comenzando porque incluso los propios padres han mentido u omitido información bajo el pretexto de proteger a los hijos, pero esa idea solo es una prolongación de sus miedos y parte del deseo inconsciente de realizarse a través de su descendencia.
No hay razón para creer en algo
de lo que está escrito en los libros de historia porque todo lo expresado solo es
la versión de quienes se han impuesto por la fuerza en las guerras vividas por
la humanidad, unas narraciones que, por supuesto, excluyen la versión de los
derrotados o los sometidos por los vencedores. Solo hay medias verdades.
El hecho de que un evento como el
alunizaje de 1969 sea objeto de cuestionamiento por cuenta de argumentos que
sustentan que solo se trató de un gran montaje, da cuenta de que ni siquiera la
historia reciente es digna de crédito. El descubrimiento de que la biblia no es
un libro sagrado ni fruto de inspiración divina sirve para entender el derrumbe
generalizado de la fe en las religiones y la desconfianza en las instituciones
que supuestamente velaban por el bien de la humanidad. Las noticias son un
circo y la historia igual.
Todo esto refuerza la afirmación
de que el viaje espiritual ya no es a la India sino al interior de cada
individuo porque las respuestas nunca han estado afuera y el panorama que se aprecia
es desmotivador y demuestra que ni siquiera las instituciones civiles laicas
han podido lograr orden y paz en el mundo. Y ya no lo van a lograr.
Si todo lo escrito sobre historia
de la humanidad no es cierto, si todo lo que se ha planteado sobre mitologías y
orígenes alienígenas del ser humano tiene algún sentido, o si todo lo que se plantea
en relatos de ficción es un anticipo de lo que se viene a continuación en el
panorama mundial, el punto es que la verdad interior de cada cual es la que decide
qué toma en cuenta y qué no y la que determina los potenciales escenarios,
todos posibles.
La inteligencia artificial
plantea una posibilidad extra de acceder a la virtualidad como si esa fuera la
realidad y el cerebro humano tiene la capacidad de adaptarse a todos esos escenarios,
pero tanto como adaptabilidad a entornos el humano cuenta con la inteligencia
para transformarlos según sea su voluntad y en parte por eso no es factible
hablar de verdades absolutas. Todo es posible. Cuando se plantea que el ser
humano no tiene límites, es verídico.